El rey

28.12.2022

Ayer fue otro día distinto en el tanatorio. Nos tocaba despedir a Adolfo, a Zubi el ranchero, un mariachi, un músico de verdad. La familia quiso que la única flor que adornase su túmulo fuese su guitarra y su sombrero charro. Había mucha gente, distintivo de aquellas muertes que conmocionan una ciudad entera. Los hijos habían llamado a un grupo mariachi para que en lugar del acostumbrado Ave María clásico o el Padrenuestro de siempre, sonara la música que a Adolfo, y por lo que vi a toda su familia y amigos, les llegaba al corazón. Eran cuatro compatriotas mexicanos, que se quitaron sus sombreros ante el féretro en señal de respeto y los dejaron apoyados junto a él. Aprendí entonces que los mariachis tienen un repertorio religioso enorme. Cantan un Ave María con sus guitarrones mexicanos y esas voces impresionantes, que necesariamente te emocionan, tienen una versión del "Cerca de ti Señor" mucho más bonita que la habitual porque expresa de verdad la alegría de estar junto al Señor. Ya después, cuando di por finalizada la liturgia exequial, ellos continuaron cantando delante del féretro y sobre el dolor de la familia. "Ojalá que te vaya bonito, ojalá que se acaben tus penas..." no es quizá una canción para un fallecido, pero la emoción con el que cantaban ...que te vaya bonito... parecía que estaba referida a Adolfo ...cuántas luces dejaste encendidas, yo no sé cómo voy a apagarlas... Un grupito de chicos y chicas jóvenes, los nietos de Adolfo leyeron unas palabras que habían escrito entre ellos, y cómo no, desataron las risas de aquellos que hacía un rato estaban llorando refiriéndose a que su abuelo había vivido libre, como un verdadero rey, porque con dinero o sin dinero, había hecho siempre lo que había querido. Luego los cuatro mariachis la interpretaron con ese estoicismo popular del que hace gala el mariachi de El rey. El día que yo me muera, sé que tendrás que llorar, dirás que no me quisiste, pero vas a estar muy triste... ...una piedra en el camino me enseño que mi destino era rodar y rodar, después me dijo un arriero que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar...

La espiritualidad puede llegar también de la música, de cualquier tipo de música. Una canción puede ser una puerta de acceso a nuestra naturaleza espiritual, transportarnos a un estado superior. Esto puede darse en muchas músicas, desde una balada heavy con sus épicos acordes; puede darse en la sensibilidad estudiada de un cuarteto de cámara, en los mantras de un raga hindú; y puede darse en un mariachi. La música activa ciertos estados del alma que son inalcanzables de otra manera, es algo que no tienen las demás artes estéticas. La música es metáfora de algo muy poderoso.

Dejo aquí una vieja grabación de El rey, entrepretada por Vicente Fernández, un cantante mexicano que fue un mito del mariachi.

© 2019 Alberto Jáimez. Todos los derechos reservados.
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